Prefiero la representación de la Sagrada Familia a la de María en solitario. Siempre que observo a la representación de María, la veo sola, encerrada en una caverna de ladrillo, presa entre rejas para evitar el robo; sola en un altar, ausente de compañero; vigilante. Nunca casada, como si su matrimonio fuera invalidado por la tradición.
Jacobo, quien tomó estas fotos, enfoca su ojo en esta representación de María en embarazo, y ni en embarazo aparece José para acompañarla. ¿Acaso por putativo o por su muerte en la niñez del Cristo? A lo que voy, es que siempre que veo una representación como esta, veo la representación de la mujer sola, de la mujer que levanta a sus hijos sin la ayuda de algún padre.
En muchas vasijas de piel, hombres preñaron y se volaron, no quisieron saber si hembra o varoncito fueron. Y los nacidos, crecieron y se inventaron papás en cada hombre que vieron en el camino de la vida.
En los barrios obreros hay niñas que se dejan preñar por líderes de bandas y combos, sabiendo que los días de sus vidas se agotan; lo hacen como si quisieran ser vasijas para los «héroes» del barrio; mártires de la comuna…
Fotos por Jacobo Múnera López (3 años)